Y de repente, de manera inesperada sucedió.
En algún momento de la semana, me enamoré. ¿Cómo fue? ¿Cuándo sucedió? ¿Qué ha pasado? La semana pasada me atraías, deseaba tenerte cerca, conocerte, compartir chistes. Y ahora porque sí te veo más guapo y de manera ininterrumpida, mucho más que hace 3 días. ¿Has dormido mejor? ¿Algo te ha traído felicidad a tu vida? ¿Por qué te veo más guapo? Y la ropa… Ahora te queda mejor, te favorece más. Y tus conversaciones, ahora todo lo que dices me hace más gracia aunque no lo pretendas. ¿Qué me está pasando? ¿Porque busco estar cerca de ti?…
Y pasan los días y más días, y más tiempo estás conmigo en la cabeza. Te explico mi vida, te explico lo que me sucede, te pido consejo las 24 horas, organizo planes conjuntamente, siempre estás ahí, dentro de mi cabeza sin saber cómo sacarte de mi mente. Vivo sumergida en imágenes, palabras, flashes juntos. Me consumen por una parte, y me dan cuerda por el otro.
Las tecnologías me vuelven loca. Libertad de acceso a múltiples informaciones tuyas, por diferentes vías. Visitas constantes a tus variados perfiles en diferentes portales web. Viajes al teléfono móvil a revisar conversaciones en el Whatsapp, y rememorar, analizar, revivir y sacar cientos de interpretaciones de las conversaciones. Unas te llevan a la alegría al descubrir un mensaje encriptado que crees haber descifrado, y otras al evidenciar un distanciamiento. ¿Me habrá escrito? ¡Mierda! !No hay nada!
Y es que el proceso de enamoramiento es eso, el cambio de prisma de la vida entorno a esa persona. La locura invade tu mente y tus actos, y de repente parece que pierdes el norte, el sur, el este y el oeste. Deseas recuperar las riendas de tu vida, si ese amor no es correspondido, tóxico o innecesario, o por el contrario, deseas a muerte emborracharlo emocionalmente para que se quede prendado de ti.
Cuando te gusta alguien, con objetivo enamorarlo o perderlo de vista, al final intentamos luchar contra el tiempo. El tiempo se vuelve el gran enemigo de los colgados del amor, él es nuestro gran culpable de todo. Por un lado quisiéramos pararlo a toda costa cuando estamos compartiendo tiempo con esa persona, y después nos cabreamos con los relojes y las agendas porque el tiempo pasa excesivamente lento y nunca llega el momento de volver a verlo, y eso, como todos sabemos, ¡no es justo!
Los fools del amor luchan contra el tiempo a toda costa.
Desde aquí animo a todos los locos del amor, que continúen su viaje de emprendimiento a la conquista de sus deseos amorosos y carnales, ya sean por olvidar lo sucedido o por crear lo que ya empieza a ser una historia.
Miriam AC