Y como con una barita mágica, los terapeutas utilizamos las palabras para que las personas generen comportamientos.
Como en todos los sectores, las profesiones están vivas porque las personas las gestamos, parimos y alimentamos.
Las personas con sus historias personales personifican un puñado de conceptos en forma de acciones que se manifestaran en sus trabajos y creaciones.
En este caso, los psiquiatras, psicólogos, terapeutas de la salud mental, emocional, corporal y espiritual acompañamos a otras personas para que se curen o mejoren sus vidas.
Unos con pastillas y, otros, con procesos de iluminación.
Los profesionales le darán forma al contenido de sus mensajes, y la forma y el trasfondo del mensaje es lo importante, más que el contenido.
El buen acompañante en la salud mental, solo guía, ofrece, sugiere, invita y utiliza técnicas desde la humildad y el corazón. Buscamos la sanación del otro, el cuál llega voluntariamente vulnerable e ilusionado a nosotros, y eso es de una gran responsabilidad. Entramos en la intimidad para hacerlo brillar y aligerar sufrimiento, además, investigamos, estudiamos y dedicamos tiempo al bienestar del paciente, únicamente por su bien y el de su entorno.
Manipular sería guiar, ofrecer, sugerir, invitar desde la tozudez, la insistencia y el egoísmo propio del ego. Cualquier tipo de ego que se manifieste por alguna necesidad. También sugerir para que el manipulador brille, aunque sea a costa de hacer brillar a su paciente por la vía rápida. La manipulación vibra en la mentira, la enfermedad y el aprovechamiento.
Se puede sentir la desconexión, la incongruencia, impaciencia y el tono de voz de éste.
Escoge a tu terapeuta porque te hace sentir bien, te ofrece libertad de decisión, nunca te juzga ni mete prisa por tu transformación.
Acompañar desde la humildad versus Acompañar desde la imposición.