«Su hijo tiene TDAH», esa es la afirmación que muchos padres escuchan al consultar sobre el comportamiento errático de su hijo. Seguidamente se plantean «¿Y si le damos medicación?». Cuando se les otorga a los padres la posibilidad de medicar a sus hijos, a muchos de ellos les surge la duda. Los fármacos empleados para el TDAH se emplean para ayudarlos a centrar su atención y a controlar su impulsividad, no para relajarlos.
Este es un tema controvertido y que puede dar lugar a polémica, por ello que a continuación vamos a facilitar algunos datos de profesionales para que podáis conocer mucho mejor sobre todo lo que envuelve a la farmacología del TDAH.
Ana Camacho, neuropediatra miembro de la Sociedad española de Neurología: «Hay un auge de este tipo de problemas en las consultas». Los niños son visitados por psicólogos pero también por neurólogos, los cuales no son especialistas en conducta y les suelen explicar la siguiente problemática: «No sigue las normas, no se centra, no acata la disciplina en casa y en el colegio, no va al ritmo de sus compañeros, se pelea con ellos…». Por lo tanto, deberíamos tener en cuenta este aspecto y asesorarnos por otros profesionales especializados en trastornos mentales. Camacho también señala que «En la mitad de las consultas se ve que el problema es socio familiar o educativo: el niño no tiene o no sigue pautas de conducta». El especialista suele hacer un seguimiento del problema para ver si ese trastorno se prolonga en el tiempo y no está motivado por una circunstancia concreta. Es entonces cuando se plantea si puede haber déficit de atención con o sin hiperactividad.
Esther Cardo Jalón, neuropediatra del hospital mallorquín Son Llatzer y profesora asociada de Psicología y Fisioterapia en la Universidad de las Islas Baleares, opina que con estrategias educativas y psicológicas, muchos niños pueden mejorar. Y recalca que «La medicación debe ser lo último, y tras una buena evaluación. La medicación tiene un espacio, pero su acción es limitada». Acusa cierta presión de las empresas farmacéuticas para colocar sus fármacos.
Este auge del uso de la medicación no viene en vano sino basado en las cifras de crecimiento del número de beneficios que reporta a las industrias farmacéuticas que pasaron de 1,7 mil millones de dólares en el año 2002 a 9 mil millones de dólares una década después. Estas industrias enseñan a los maestros a pasar un test para identificarlo, les dicen que tengan cuidado al primer síntoma (si el chico se mueve demasiado, muerde el lápiz… si se distrae…) y hacen verdaderas campañas publicitarias.
Para finalizar, resaltar que no hay mejor medicación que unos padres expertos en el tema, con estrategias para reducir la impulsividad y ayudarles a aumentar la atención. Podríamos decir que los padres son los escritores de un cuento, la intervención psicopedagógica el papel y lápiz, y el niño el protagonista del cuento.